viernes, 14 de agosto de 2009

El optimismo de la voluntad

El día fue bastante feo, como si en el último de los instantes de resistencia, hasta el clima se opusiera a un cambió de paradigma. El viento dispersando (o intentando) los gritos de una masa que al unísono exigía el final de un dilema que lleva varios años de lucha. Mientras que el frío, calaba hondamente las entrañas de los que acamparon afuera del recinto legislativo. Frente a esto, para no ceder su presencia en el día D, muchos optaron por la grapa, la murga y el fuego amigo.
Adentro, más cómodos que los manifestantes, se encontraban los Diputados de la Provincia del Neuquén, quienes sin la más mínima consideración por las miles de almas que esperaban una definición, jugaron al senado en la Res. 125, cuando la realidad marcaba que el debate de las comisiones y los bloques estaba cerrado; la cuenta final lo ratificó, de treinta y cinco, veintiséis, votaron a favor del a favor de la expropiación. 
Solo tres diputados merecen el merito de haber dicho lo justo en el momento indicado: Soledad Martinez, que defendió la medida tanto como los hidrocarburos; Rodolfo Canini, que avanzaba sobre la expropiación sin pago, y Paula Sanchez, que acompaño a los obreros tanto desde el recinto como desde la calle. El resto, nada más que hombres y mujeres, que intentaron meter por la ventana, lo que la historia no ha querido que ingrese por la puerta. 
A las 12 de la madrugada, el voto. Luego el festejo, la emoción, los abrazos y la satisfacción de sentir que al menos una se ganó. 
“¿Cuándo recuperaron el cuerpo delegados de la fabrica, pensaron que podían llegar hasta acá?” le pregunte a Carlos Acuña, dos minutos después de arribar a la legislatura; “si te digo la verdad… no”, respondió en medio del éxtasis. Pero yo no le creí. Siempre tuve la sensación de que internamente siempre supieron lo que buscaban y como lo iban a conseguir, “cuando” era una cuestión de tiempo.
Una vez que todo pasó, la muchedumbre amalgamada en dignidad, acompañó el acto, los discursos, los recuerdos, los homenajes; compañeros gritando para que el mundo escuche lo que había sucedido, compañeras rememorando las jornadas de resistencia: a la quiebra, al desalojo, a la CGT gorila. Otros pensando en que lugar iban a quedar las marchas que tantas veces poblaron las calles. 
Entre todos ellos, nuevamente el viento, que ha esa altura de la noche, y según se animaron a decir algunos, no venía para ahuyentar los manifestantes, si no para bautizarlos, está vez con tierra, venida de Arroyito, caida en Cutral – Co, ultrajada en Tartagal, tal vez parida en el Altiplano o quien sabe donde.
El hecho fundamental de todo es que pese a los obstáculos, las adversidades y los enemigos, un grupo de obreros, que prefirieron el esfuerzo o la derrota, antes que el miedo o la mediocridad, pudieron demostrar que cuando se quiere, con total convicción, los obstáculos, no son más postas en el camino. 
Fasinpat revalorizó el valor de la Utopia (etimológicamente: no-lugar o lugar inexistente). Con ellos se pudo ver que aunque lejano, el objetivo siempre es posible. Y que no por inexistente, los lugares a los que queremos llegar, jamás van a existir. 
Su ejemplo, es saeta contra la impunidad, desvelo ante el egoísmo y convicción solidaria frente al individualismo que supo inculcarnos el pasado neoliberal. 
Yo no los vi, pero me contaron, que cuando la fabrica se expropio, Boquita y Carlos festejaron que su esfuerzo y su lucha, tuvieron al final, el contenido que ellos le dieron al comienzo.

Jorge Alvarez



2 comentarios:

  1. muy bueno lo de Zanón..la lucha y la nota...un poema!! emocionante...sin palabras!!! Gracias Jorge!

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  2. Agradezco el comentario de la persona "anónima". Es una grata recompensa saber alguien, al menos, se emociona por lo que se escribe.-

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