Hace unos días,
después de muchos años, volví a ver una fotografía de mi abuelo
Eliezer. La ví en un momento en que estaba leyendo poesía árabe y, en particular, una que refería a un caballo.
Yo conocí los
caballos por mi abuelo. Soy un muchacho de ciudad, su Leuto Caballo para mi
era lejano. Pero cada verano él me montaba al lomo de algún
potrillo o yegua para llevarme a pasear por su campo. Ese mismo
campo, por el que tantas veces cruzo la noche junto a mi padre, para
cuidar animales.
A veces el destino
nos juega pasadas misteriosas. Siempre me preguntaron: “¿Por qué
abrochás hasta el último botón de tu camisa?”.
Mirando la foto
de mi abuelo, creo darme cuenta de la respuesta.
Don Eliezer Alvarez, mi abuelo. |
“A un caballo blanco con manchas negras en las patas“- traducción de Emilio García Gómez
“¿Es un corcel lo que ha pasado ante mis ojos, o una estrella fugaz,
que cruzó rápida como el relámpago encendido por la tormenta?
La aurora le prestó su disco como velo, y huyó con él, pues le convino a maravilla.
Siempre que corre es porque piensa que la aurora viene a reclamarle el préstamo; pero la aurora no le da alcance.
Cuando se lanza contra el enemigo, los luceros se cansan de seguirlo y las nubes le pierden el rastro.
¡Oh, prodigio! Si tiene el rango de los planetas, ¿cómo mancha sus patas en el polvo?
Mírale: con razón es macizo, pues su manto es como oro fundido.
El almizcle ha trazado sobre él una línea, tinéndolo de negro por encima de sus cuatro pezuñas.”
Ben Abi -L-Haytam.– de Sevilla (1232).-
Fuente: click aquí
Hermoso recuerdo, y hermoso poema
ResponderEliminarTerrible jorge, felicitaciones desde santa fe. Tu primo Rodrigo.
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