miércoles, 5 de agosto de 2009

Con la Democracia no solo se vota.

Hace largo tiempo que la República Argentina y el pueblo que la construye cotidianamente, no sabe muy bien que hacer con eso que se llama democracia; habiendo pasado 25 años desde que el gobierno de Raúl Alfonsin inauguro “un periodo de 100 años” de ella, el debate en torno a la utilidad que esta tiene permanece abierto y sin definiciones. 
Que no es lo mejor que puede haber, esto es de consenso común. Pero de que sea lo peor, me quedan muchas dudas. Fíjese si no lo que actualmente sucede en Honduras, donde el Presidente constitucional, Manuel Zelaya, hace más de treinta días que desde el exilio trata de retomar un gobierno que por legalidad y legitimidad, estimo yo, le corresponde. Si la Democracia (y acá le doy un poco más de importancia) no fuera una herramienta de la cual el pueblo en cierta forma puede disponer, no habría internamente tanta convulsión, ni externamente, tanta presión para que esto no se convierta en “práctica común” de un enemigo que dentro de la institucionalidad, anda al acecho, con métodos para nada democráticos. De cualquier manera, el estado en el que actualmente se encuentra nuestra preciada joya no la hace merecedora de mayor dignidad.
No obstante, esto es lo que se piensa desde el 2009, donde la democracia esta devaluada a sinónimo de sufragio, pero si se retrocede en el tiempo, hasta llegar a la “primavera del 83”, el parecer de quienes colmaban las plazas y los actos partidarios evidentemente no era el mismo. Nuestro país salía de fuertes años de plomo en los que estaba prohibido hasta pensar y la llegada de la institucionalidad parecía ser la solución a todos los problemas que tenia el país.
En este punto quiero detenerme tan solo unos momentos, por que me parece importante destacar, como en lo cotidiano, ha quedado en el olvido. Si hoy escuchamos a cualquier militante o activista social atribuir responsabilidades históricas por el presente del país, nos encontramos que la referencia es tan solo al máximo enemigo común: el poder militar. Todo cuanto refiere a la pobreza, exclusión, miseria, desmantelamiento del aparato productivo de la Nación es consecuencia de los planes Neoliberales de Martinez de Hoz y Videla. Que los militares y civiles que golpearon la institucionalidad en marzo del 76, tienen gran responsabilidad en nuestro presente, es cosa segura y acordada por todos, por que fueron “ellos” quienes llevaron (junto con Menem, “otro de ellos”) nuestro país a la ruina. Pero este análisis es parcial, en el todavía faltamos nosotros.
Hace 25 años que gozamos de una innegable apertura de participación, que si bien presenta obstáculos insalvables (los que permiten la reproducción del sistema), está en nosotros ver como los superamos. La cuestión de esto, es asumir las culpas que nos caben, por haber permitido que la democracia se convierta en el arma del enemigo y la política, en ese escenario, en el que desfilan, quienes quieren hacer de esta tanto como de aquella, el soporte social y económico que les permita vivir sin trabajar. 
Hay que romper con los anclajes existenciales de la dictadura, para dejar de discutirlos a ellos, y comenzar a recuperar esas promesas que la democracia hizo (y todavía no cumplió) para que de esa forma comencemos a discutirnos nosotros y nuestros destinos comunes.
Esto es lo que estimo falta en el debate de político de cara al 23 de agosto. Fíjese que más arriba o más abajo, la cuestión de fondo se repite de la misma forma. Lo que antes era para los militares, ahora es (en lo provincial y local) para el Movimiento Popular Neuquino. No hay análisis que evidencie las limitaciones que tenemos para cambiar la realidad neuquina, ni tampoco propuestas que puedan convencer al electorado acerca de un rumbo a seguir. 
Y en esto vuelvo a la democracia, por que esta no es un sistema en el cual el gobierno tiene mandato para hacer lo que quiere con el pueblo, ni tampoco uno donde el pueblo cambia el rumbo cada vez que cambia el gobierno o la sociedad mediática o los grupos de poder así lo desean. Democracia es otra cosa, mucho más profunda que una elección y mucho más consistente que una consigna de campaña. 
Democracia es el sistema en el cual el pueblo, haciendo uso de todas sus facultades intelectuales, morales y humanas, constituye de forma precisa y con pleno ejercicio de la libertad, cuales son los principios sobre los cuales edificará la república, y de que forma organizará las instancias que refieren a la economía y la vida social. No para cambiarlas cuando se modifica el grupo que conduce el Estado, si no para ratificarlas en el tiempo y consolidarlas con las generaciones futuras.
Por eso pienso que con la Democracia no solo se vota. Reducirla a esto es atentar contra ese espacio de poder que, en tanto pueblo que sostiene el Estado, nos pertenece. Democracia es inherente a modelo de país, a proyecto de futuro, a principios y a desarrollo. Bajo estas claves es preciso evaluar el funcionamiento de cada partido, la propuesta de cada candidato y el contenido de las elecciones nacionales, provinciales y locales, en las cuales nos toca el rol pasivo de depositar el voto. 
Cambiar el rol del sujeto electoral a sujeto político y adueñarnos de la Democracia, quizás el desafío que nos depara el futuro.
Jorge Alvarez




6 comentarios:

  1. Coincido en la esencia del artículo. Todavía impera uno de los postulados de los ilustrados Franceses Voltaire y Montesquieu que dice "Todo para el pueblo pero sin el pueblo". Esto es claro en el paradigma de la democracia moderna y post moderna. Es inminente destruir la estructura y cultura de ese paradigma que contribuye cada día más a la acumulación de poder de unos pocos sectores. Creo que la clave para llegar a una democracia genuina esta en crear y ejercitar verdaderos canales y herramientas para que todos los sujetos puedan decidir sobre sus destinos, asumiendo la responsabilidad que esto implica.

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  2. Comparto lo que decis. Me parece justa ese principio del despotismo ilustrado, hoy tan vivo como en ese tiempo.
    Me gusta lo de la responsabilidad, creo que esa es la clave. Su origen es del latín "respondere", es decir, "responder". La democracia nos interpela en lo cotidiano, pero nosotros no le respondemos ni respondemos por ella. Esa es otra de las grandes victorias del neoliberalismo. Marculi querido! muchisimas gracias.

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  3. Si no hay comida cuando se tiene hambre, si no hay medicamentos cuando se está enfermo, si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten. (Mandela). Hoy podemos votar quien nos gobierne, pero aun no podemos (en realidad no exigimos) como nos gobiernen.

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  4. Carlitos me mataste con esa de Mandela. No la conocia. Es cierto, hoy solo votamos, llegará el día en que decidamos como nos gobiernan? espero tu respuesta.

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  5. Tal vez si, tal vez no, tal vez no lo veamos nosotros pero si las generaciones futuras. Sin embargo no podemos quedarnos inmoviles al borde del camino, somos parte del 0,000001 parte del cambio.

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  6. Con respecto a lo que decís, me parece que sería oportuno, unir tu aporte con el de Marcos. La vanguardia en los cambios, o quienes forman parte de ella, es algo que puede disparar la discusión por el lugar que ocupamos o debemos ocupar en un eventual cambio social.

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