lunes, 10 de mayo de 2010

¿QUÉ HAY DESPUÉS DEL KIRCHNERISMO?

EL PROCESO ABIERTO EN EL 2003

En la Argentina desde el 2003, con el inicio del Kirchnerismo, se abrió la discusión sobre “la transversalidad”, o la posibilidad de “armar” independientemente de las estructuras partidarias. Esta vieja práctica de la política, astutamente renovada por el gobierno de Néstor Kirchner, permitió ampliar el margen de construcción de los partidos hegemónicos, como el Justicialismo y el Radicalismo, y se extendió hacia espacios de centro izquierda-izquierda o centro derecha-derecha – según el caso-, menos “poderosos” en materia institucional, pero fuertes a la hora de construir la idea de consenso frente a una sociedad que demanda a “la política” mayores niveles de unidad y acción coherente.

Si se considera que el proceso fue condicionado, en gran medida, por la crisis de representatividad que en su punto de mayor ebullición (las jornadas del 19 y 20 de diciembre) determinó la renuncia del ex presidente De la Rua, la “transversalidad” era el recurso, por antonomasia, de cualquier gobierno que quisiera gozar de cierta estabilidad o aceptación popular. Paradójicamente, esto también sirvió a la oposición, para el armado de espacios interpartidarios, con pretensiones de poder, como los que hoy están en la vereda de critica al Gobierno Nacional (Acuerdo Cívico y Social, Unión Pro, Proyecto Sur).

El proceso de apertura transversal, muy discutido desde el 2003, sufrió algunos reveses en las elecciones de 2007 y se vio seriamente dañado en los momentos que siguieron a la implementación de la Resolución 125. Es decir, en el gobierno de Cristina Fernández, tanto por la impronta de una gestión que ha tomado medidas de mayor relevancia “nacional y popular” (¿una profundización del proceso?), como por las pasadas elecciones de julio, las que sin dudas quisieron utilizarse para medir los niveles de popularidad del Gobierno Nacional en los distrititos de mayor peso o en los que el conflicto con el campo caló más hondo, el debate por la transversalidad, ha quedado completamente “relegado” al olvido.

Decididamente, el conflicto con el campo, no solo marcó el quiebre del Kirchnerismo como gobierno, si no que además lo llevó a cerrar filas con el Partido Justicialista y con la CGT, más que con la Izquierda transversal (Sabatella, Heller, Raimondi), para evitar que el ánimo destituyente encontrara apoyo en sus propias estructuras. Marcar el punto de quiebre en la relación con los otrora transversales, es una tarea bastante difícil, ya que señalar el “momento justo” es quitar a la practica política toda la dinámica que la caracteriza en su proceso de desarrollo con contradicciones, por lo que no se indagará en esta perspectiva.

No obstante, y para superar el impedimento, se puede decir que en la actualidad la Izquierda no es el aliado natural del Gobierno, y este parece más interesado por eliminar los obstáculos con las líneas internas y recomponer su imagen social, que preocupado por recuperar los aliados que legitimaron a Néstor cuando esté tenía tan solo el 20% de los votos como sustento.

El Kirchnerismo no parece interesado en convertirse una fuerza de centro izquierda, y hoy su interés es lograr consenso con los distintos gobiernos provinciales del país y municipales de la provincia de Buenos Aires. Su estrategia de consenso (si es que el “consenso” existe) dejó de ser –si se permite la disociación- política y paso a ser institucional.

¿DÓNDE QUEDA LA IZQUIERDA?

Quizás la falta de “homogeneidad” que impera en el análisis de los distintos sectores internos de la izquierda, este tema sea un camino de discusión que todavía no ha sido incursionado del todo.

Por un lado tenemos a la Izquierda más identificada como “marxista” en sus distintas variantes: Trotskistas, Maoístas o Leninistas, que desde la perspectiva de la lucha de clases ve al gobierno como un “progresismo policlasista” que no tiene pretensiones de romper con el capitalismo y las corporaciones financieras, lo que no hace posible la transformación estructural del país.

A su vez, en el espacio de lo “nacional y popular” la tendencia está dividida en tres sectores: los “oficialistas”, los “opositores” y los “críticos no opositores”. Estos tres espacios son los que, a mi criterio, más contribuyen a desatar el nudo gordiano.

Como “opositores” podemos identificar grupos de militancia peronistas, más bien históricos, de los que podría decirse, no apoyan al gobierno por que lo ven como “ambiguo”, sin definiciones programáticas, pero que además apelan a una retórica progresista pero sin proyectar transformaciones sustanciales. Proyecto Sur, y sus distintas vertientes (CTA, PS, Moreno) es el ejemplo emblemático de este sector, al cual también podría sumarse Libres del Sur, quien recientemente se expresó como integrante del referido espacio frentista.

En el otro extremo de estos están los oficialistas, quienes pueden o no integrar las filas del Frente para la Victoria, o el PJ, pero se anexan de forma vertical al Kirchnerismo, ya que no expresan criticas (al menos de forma pública) y son los que ponen en funcionamiento la maquinaria de apoyo cada vez que es necesario presentar fuerte al gobierno en sociedad. En esta categoría se pueden identificar algunos sectores intermedios y más bien sociales o sindicales (Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, la CGT, Movimiento Evita, entre otros).

En el medio, existe un amplio espectro de organizaciones, partidos, movimientos y demás instituciones intermedias que se debaten, de forma permanente, entre el apoyo, la critica, el alineamiento y la lejanía. Estos sectores no resignan sus espacios, ni mucho menos su identidad, aunque por su contribución o apoyo a determinadas políticas gubernamentales, quedan más bien rotulados como Kirchneristas, aunque no lo sean estrictamente.

En definitiva lo que hasta aquí se viene manifestando no presenta la más mínima novedad al tema. Milímetros más, milímetros menos, es un análisis que se comparte “transversalmente” en el espectro político. Y hasta se podría decir que siendo un presupuesto básico para cualquier conceptualización, hasta estaría de más realizarlo.

Sin embargo, este punto de partida, identificando los actores y posiciones, es el que nos permite proponer una salida al problema en el que actualmente se encuentra la Izquierda, al menos la que no se define estrictamente como marxista.

CONCLUSIONES

1. La Argentina vive un proceso convulsionado en lo político-social y de estabilidad en lo económico. Se está produciendo un reacomodamiento de organizaciones que en los últimos (y también en los primeros) años de la Democracia, parecían más bien dispersos. Asimismo, los esfuerzos por heterogeneizar el campo político, solo han contribuido a polarizarlo, y por un lado vemos, a los representantes de la “restauración conservadora” (según se definiera desde Carta Abierta) y del otro, a los representantes del colectivo Kirchnerista, que a fuerza de políticas publicas precisas (otra es la discusión de su necesidad e intención), viene arrastrándose a sí mismo y a un amplio abanico de organizaciones. En el medio de ellos repetimos, las centro izquierda-izquierda y las centro derecha-derecha.

2. Es necesario dilucidar que la oposición férrea contra el Kirchnerismo es funcional a los intereses de un enemigo mucho más poderoso económicamente que el propio Kirchnerismo. Vencerlos, no es profundizar, si no más bien entregar los cambios, a un agrupamiento más fuerte que el propio espacio de izquierda-centro izquierda, como es la corriente de la Restauración.

3. La centro izquierda-izquierda, que no quiera contribuir a la dilapidación de un proceso que con contradicciones (y también con incoherencias) se viene desarrollando desde 2001, es necesario que tome partido por el espacio que mejor garantice la continuidad.

4. Hoy ese espacio es el que representa el Gobierno Nacional. Gobierno que no es ni revolucionario, ni transformador radical de las condiciones sociales existentes, pero que en última instancia (y con todas las contradicciones que se puedan señalar) ha abierto una brecha de ruptura con las políticas neoliberales y neoconservadoras.

5. En este contexto, con acumulación de ambos lados, es necesario definirse de la forma más beneficiosa para el pueblo, o si se quiere, de la manera que permita construir poder desde un espacio critico, que aún no se alineado, tampoco es funcional a los intereses del sector conservador.

6. Bajo ningún punto de vista debe contribuir a que el Kirchnerismo aumente la acumulación de poder. Ya que en esta instancia de contradicciones, la primera necesidad, es justamente, mantener lo que se ha institucionalizado, no obstante, la siguiente, es profundizar la línea de políticas de Estado, y para ello el Kirchnerismo no cuenta ni con voluntad ni con objetivos. “La profundización no es con el Gobierno Nacional, si no con las izquierda-centro izquierda.

7. Pese a la “ruptura” con el paradigma neoliberal y neoconservador de los últimos años, la Restauración Conservadora, o el retorno de políticas como las que la Argentina ha venido sufriendo desde el Golpe-Cívico Militar de 1976, es todavía una posibilidad latente en lo interno, pero mucho más en lo externo. Y aunque América goce de un giró de políticas gubernamentales y exista un eje que insiste en transformaciones sociales profundas y esperadas (en casos) desde 1492, el enemigo no está vencido. Grecia demuestra que ante la debilidad de las Naciones, y ante un agrupamiento internacional adverso, el stablismenth todavía goza de la fuerza suficiente para “quebrar” el desarrollo autónomo de los países del tercer mundo (e incluso de los en vías de desarrollo, si se permite la libertad conceptual).

8. El proceso de acumulación de la Izquierda-Centro Izquierda, es a mediano plazo. No hay que ser ansiosos en la construcción, por el momento es necesario acompañar para no perder, que enfrentar para entregar. No obstante, la construcción de izquierda debe ser el aliado estratégico solo en tiempos de crisis, ya que de no mantener una distancia prudencial, en tiempos de paz, se corre el riesgo de ser devorado por el monstruo de la maquinaria gubernamental.

En conclusión, en el proceso que se desarrolla en nuestro país es de una complejidad que no solo debe tenerse en cuenta, si no que además debe analizarse. Es posible que el Kirchnerismo no tenga más intensiones de hacer lo que hasta ahora ha hecho, con todas las limitaciones y todas las virtudes, pero esto no debe ser un impedimento para acompañar críticamente, ni una razón para oponerse radicalmente. En el camino de la construcción de la Izquierda- Centro Izquierda, los pasos para la consolidación son mucho más que dos.

No solo es necesario acompañar, para que el proceso no se detenga, sino también acumular para presionar con mucha más fuerza.

El Kirchnerismo es un movimiento que no se mueve por acción solamente, sino también por reacción, tanto a las demandas como a las oposiciones. No es omnímodo ni mucho menos.

Superarlo, no es vencerlo, ni vencerlo es superarlo. Pero si se quiere apelar a esa retórica, después de él vienen: la restauración conservadora o el gobierno del pueblo.

Por consiguiente, se lo vence y se pierde o se lo supera, para la victoria definitiva del pueblo.

Afortunadamente, la llave para la definición está en la Izquierda-Centro Izquierda.


Jorge Alvarez