viernes, 16 de junio de 2017

“Yo sueño con jugar profesionalmente al fútbol, pero se que eso no es todo"


Facundo es un jugador de fútbol de ritmo pausado y cabeza fría. Para ser “Decano” tiene un estilo de juego atípico: es elegante y preciso con la pelota; además de un furioso ordenador de la táctica colectiva dentro del campo de juego. Su pose, su presencia (y tal vez su impronta) lo acercan más a un “centro has” de la vieja guardia que a los mezquinos volantes de contención del fútbol contemporáneo. 

Facundo Montanaro (izquerda de la imagen) y Diego Roger.

Por gentileza de su padre, nos encontramos en su casa. La charla comienza con referencias al partido de la Selección Argentina que había presentado técnico con una victoria ante el “todo poderoso” Brasil, justo en esa mañana. Pese a haber estado en la escuela Facundo devela, con mucho disimulo, la trampa “tecnológica” que le permitió mirar el partido desde un celular conectado a “WI-FI”. Una novedad del servicio pago de cable que el cronista ignoraba ignominiosamente, pero que al entrevistado le permitió ver el gol de Mercado sin ser detectado por el “ojo” docente.

Montanaro es hincha de Vélez y juega en la Octava División del Club Pacífico de Neuquén. Su equipo ha retenido durante largas y batalladas fechas la punta de un torneo que los tiene como primeros candidatos. Dentro del campo de juego, su rol es de contención (por disposición táctica), pero él dice que gustaría de estar más suelto y probar suerte como “enganche”. Sus referentes son Fernando Gago, Zinedine Zidane y Sergio Busquets. En la cancha se nota. De Gago ha tomado el perfil más metodista, mientras que de Zidane, la proyección con pelota en el piso.

El fútbol es como una rutina: entrenas de lunes a viernes y el fin de semana vas a jugar. Pese a eso, para mí es el único deporte en el que podes parecerte a los de más alto nivel. Competís en torneos con regularidad y es cómo si fueras un jugador profesional” dice delimitando fríamente la mirada sobre el deporte. Para Facundo, una cosa es jugar y apasionarse, y otra (muy) distinta analizar el fenómeno deportivo. Es una suerte de “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, el primero cuando piensa el fútbol. El segundo, cuando lo vive. 

La octava división de Pacífico, puntera y candidata.


La entrevista continúa y él plantea que le gustaría “llegar a ser un jugador profesional”, pero señala que “al fútbol, hay que acompañarlo con otras cosas”, retóricamente plantea “¿cuánto dura la carrera de un jugador? con suerte hasta las 35 años.” Él piensa que un deportista que no acompaña su carrera con formación académica es un potencial “frustrado”. O bien porque su carrera termina rápido o bien porque luego de ella “no tiene nada más que hacer”.

En los últimos años Neuquén ha tenido una buena racha de jugadores proyectados al fútbol nacional: Matias Castro, delantero de “Patagonia” que jugó la Libertadores con Danubio de Uruguay; el zapalino “Huevo” Acuña, que ha logrado hacerse de la camiseta del seleccionado nacional y el joven Gabriel Arias, quien en los últimos años ha deslumbrado en el arco de “Defensa y Justicia”.

El cronista imagina el sueño del pibe en la cabeza de este joven de 14 años y piensa en lo estimulante que puede ser el horizonte que abre el fútbol de la Primera División de AFA (Asociación de Fútbol Argentino). Facundo sueña, por supuesto, pero no deja de evaluar los “efectos colaterales” que toda aspiración trae consigo.

Dice que los jugadores neuquinos tienen “un montón de chances de llegar al fútbol grande” y que “después de la ‘Neuquén Cup’ muchos chicos empezaron a irse.” Hasta ahí, la parte linda de la historia. Facundo cuenta que el problema es que “los chicos están solos en un lugar desconocido para ellos, sin contención familiar, y eso lo aprovechan los que son de locales para robarles o romperles las cosas”. El efecto, es tremendo. Desolados los pibes deciden volver trayendo consigo pena y frustración: un montón de pibes no la pasan bien” sentencia.

El duro traspié del cronista que esperaba un “sueño del pibe” clásico, se ve trastocado por la incorporación de la parte “no documentada” de las postales de ensueño. El entrevistado, sensible a la falta de respuesta del periodista, cambia de tema y vuelve a su Pacífico “natal”.

Señala que entrena “todos los días para ser titular” y que no le gusta “ir al banco”. Cuenta también que cuando hace un gol piensa “más en el festejo que en la dedicatoria, aunque mi papá sabe que los goles que hago siempre de los dedico a él”. Facundo dentro de la cancha quiere ser dueño del juego y de la pelota. Dice que no acepta “los malos resultados” y “sufre” cuando le piden el cambio.

El entrevistador sale del rincón y gana aire. La charla vuelve al sendero más acorde a las expectativas originales. El entrevistado, más “futbolístico” y menos “traumático”, cuenta dos anécdotas dignas de mención. La primera, es sobre su ingreso a la cancha: siempre lo hace “dando salto sobre el pie derecho”, en un ritual que termina con un extraño saludo a la nada mostrando “las palmas abiertas.” 

 

La segunda es sobre el club de sus amores. Dice textualmenteen el 2009 yo me estaba empezando a hacer hincha de Velez, y como veníamos ganando, todos los partidos me hacía un poco más hincha. Me acuerdo que estábamos en el Diario de mi viejo y todos estaban mirando el partido final entre Velez y Huracán. Todos a favor de Huracán y nosotros eramos los únicos que hinchábamos por VelezMe acuerdo que cuando hizo el gol Maxi Morales salte la silla y corrí a abrazarlo a mi viejo, gritamos muchísimo ese gol.”

Al final de la charla, el pibe sonríe y el cronista queda satisfecho. No obstante algo le hace ruido. Haberse enterado de los “retornos forzados” de muchos adolescentes que la pasan mal en Buenos Aires, lo lleva replantearse los modos de comunicar la noticia y las formas de comentar un sueño… pero eso será para otra instancia, hoy solo hablamos de Facundo Montanaro, un pibe que quiere ganar un torneo que ya se le escapó dos veces.

2 comentarios:

  1. LO ENTREVISTÉ Y DIO MUESTRAS DE SER UN CHICO MUCHO MÁS MADURO DE LO QUE DE SU EDAD PODRÍA ESPERARSE... UN GRAN PROYECTO DEL QUE SEGURAMENTE EN EL FUTURO HABLAREMOS...

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    1. Es cierto. Un pibe maduro, reflexivo pero a la vez apasionado. Ojalá llegue.

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