Me gustaría hablar de trenes,
de vías y rugosidades.
De la agonía del despido
o de la despedida,
de lagrimas en el hormigón,
de andenes vacíos y silencios.
Pero un Presidente, no hace mucho,
tal vez ignorante de estos recursos poéticos me despojó.
Podría entonces hablar de la esquina
de los encuentros,
de los besos regados o regalados
de la ochava, de las manos que se cruzan
de las peatonales, de los tiempos.
Pero un Gobernante,
no hace mucho,
tal vez, por celo poético las llenó
de gente, las llenó.
De gente y de falopa
de falopa y de cerveza
de canciones que se cantan
no como La Marcha o La Internacional
si no como expresión de Mercado
o de tienda
que lucra en los excesos
A pesar de todo, insisto
Neuquén, mi historia
y mis silencios deben ser poema
aunque sea en simples versos.
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