Largo y desgarrador, el conflicto sirio es uno de los eventos más significativos de los tiempos que corren. De acuerdo a informes tomados del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los cinco años de guerra se han cobrado más de 400mil vidas, y ha forzado el éxodo de casi 5 millones de personas.
Mevlüt Mert Altintas luego de disparar contra Andréi Kárlov. |
Difícil
es saber a qué responde un conflicto de semejantes características.
Tan difícil, quizás, cómo entender porqué un país relativamente
estable y alejado de las "revueltas árabes" termino siendo
victima de una guerra tan prolongada. En retrospectiva, hay analistas
señalan que si bien el descontento contra Bashar al-Ásad se hizo
evidente en algunos segmentos sociales, lejos estaban estos de ser
sustrato suficiente para un conflicto de mayores dimensiones.
Incluso, hay quienes dudan de la capacidad de articulación (sin
apoyo externo) de los sectores presentados como rebeldes moderados
por la prensa internacional.
A
esa corriente suscribe Alcira Trincheri, docente de la Universidad
Nacional del Comahue y especialista en el mundo árabe. Para
Trincheri, los orígenes del conflicto pueden identificarse en tres
ejes, pero de distinto orden. El primero "en la evidente
disconformidad con Bashar al-Ásad, gobernante de dudoso perfil
democrático y poco propenso a convocatoria de elecciones. El
segundo, claro, en el accionar de las potencias extranjeras dentro de
Siria, y en tercer lugar en el cambio climático. De hecho - señala
la especialista- las protestas de Deraa [sur del país], se
originaron por el escaso rendimiento en la producción de alimentos
que fue consecuencia directa de sequías adjudicables a ese fenómeno
de carácter mundial".
Ahora,
¿como es posible que el descontento "social" derive en una
guerra civil de cinco años de duración? Carlos Pereyra Mele,
analista político y miembro del Centro de Estudios Estratégicos
Sudamericanos, indica que a su criterio, “no es posible transformar
el descontento en guerra, sin contar con tres factores fundamentales.
En principio, `dinero´ para financiar las acciones de supuestos
grupos políticos a los que sin dudas se los puede caracterizar como
mercenarios. Luego `inteligencia´, para tener capacidad de
despliegue territorial y de operatoria dentro y fuera de los
territorios en crisis. Y por último `armamento´ factor clave para
la consolidación de actores reclutados, entrenados y dirigidos, en
este caso, por las monarquías árabes y las potencias centrales, con
Estados Unidos a la cabeza, para la desestabilización de Siria".
Es
decir, la conformación de grupos radicales armados de orden Sunní
(sector mayoritario en el credo islámico) y su propagación en el
territorio, no puede desentenderse de una disputa de orden regional.
Siria, en tanto República Árabe alineada al campo Chií (sector
minoritario en el islam) e históricamente divorciada de los
intereses de Estados Unidos (y aliados regionales como Israel), no
podía ser sino un escollo en los intereses políticos y económicos
"centrales".
DE
LA GUERRA
2016
fue un año ceñido de rupturas en el devenir de la Guerra en Siria.
En principio, por el accionar de los aliados del gobierno de al-Ásad
quienes pudieron consolidar un bloque de acción que evitó, al menos
en primera instancia, el despliegue del plan estratégico de Estados
Unidos: es decir, la partición del territorio Sirio y la
balcanización del conflicto en el campo de los leales al gobierno.
Otro punto culmine, quizás el más álgido, fue la recuperación de
Alepo (segunda ciudad en importancia política y económica en Siria)
que puede ser leída en clave de avance sobre el terrorismo islámico,
pero también como victoria estratégica del Ejército Sirio, las
milicias Chiíes de Hezbolah, Irán y, fundamentalmente, de la mano
militar rusa.
Así
lo ve también Pereyra Mele que ha calificado a Alepo "como
el Stalingrado de las potencias centrales bajo el mando de Estados
Unidos.” Quien además señala que “en los días previos al
avance final sobre la ciudad, los medios occidentales no dejaron de
difundir flagrantes violaciones a los derechos humanos por parte del
gobierno Sirio, bombardeos salvajes y una profunda crisis
humanitaria. Ahora bien, luego de la recuperación, Alepo desapareció
de los medios, no solo por el impacto de la derrota de los grupos
terroristas, sino también porque no se logró evacuar mercenarios a
las ordenes de Estados Unidos, Arabia Saudita y Turquía a través de
los famosos cordones humanitarios que se proponían.”
"Hasta
la perdida de una batalla por un ejército puede ser contrapesada no
sólo por la victoria obtenida en una batalla más importante, sino
que podría ser transformada en acontecimiento afortunado. Nadie
puede dudar de esto; [...] el peso de cada victoria [...] es tanto
más independiente cuánto más importante es la parte conquistada"
decía Karl von Clausewitz en su tratado "De la guerra".
Alepo,
su recuperación como bastión estratégico y el obligado repliegue
táctico del terrorismo, fueron elementos de incontrastable
gravitación en el desenlace de los acontecimientos finales del
conflicto. De hecho, pese a la toma de Palmira y la presencia
yihadista en Al Raqqa (dos ciudades sirias importantes), no hubo
eventos que pudieran obstaculizar el avance del Ejercito Sirio (y
aliados) en la reconquista del territorio, así como tampoco
existieron elementos que impidieran el avance de las negociaciones
que plasmaron, el pasado 30 de diciembre, una tregua hasta que las
misiones diplomáticas fijaran mecanismos de supervisión del “alto
al fuego”, como base para la concreción de acuerdos políticos
futuros.
PAX
SIRIA
Astaná,
la capital de Kazajistán, fue la ciudad elegida para el primer
Encuentro de Paz, realizado el pasado 23 y 24 de enero. Allí la
diplomacia rusa, iraní y turca se encontraron cara a cara para
avanzar en negociaciones ya de orden político. No habiendo sido
suficiente el primer paso, debió repetirse el encuentro el pasado 16
de febrero, esta vez, con la incorporación de Jordania y Estados
Unidos como observadores del proceso de paz.
Si
bien las dos reuniones han mantenido gran parte de las discusiones,
algunos datos, aunque generales, trascendieron. Por ejemplo, se supo
que en la primera de las reuniones Rusia propuso una nueva
constitución para Siria y que en la segunda, Irán ratificó que
ningún acuerdo será posible, si se atenta contra la integridad
territorial siria, la soberanía del país árabe y su legítimo
gobierno. En otras palabras, ninguna solución puede dejar afuera a
Bashar al-Ásad.
No
obstante esto, la incertidumbre todavía tiñe el horizonte medio
oriental. La posibilidad de acuerdos efectivos y sostenibles en el
tiempo, sigue siendo materia de análisis.
"El
dato clave para entender las negociaciones de Astaná, es que son
negociaciones sostenidas por actores regionales, con intereses en
pugna, pero sin Estados Unidos de por medio" afirma el sociólogo
y analista internacional Gabriel Merino. "Lo que estamos viendo
-continúa- es la cristalización de una nueva correlación de
fuerzas donde el influjo ruso-iraní, ha logrado prevalecer sobre los
intereses de Turquía que, a pesar de mantener lazos con los
rebeldes, tuvo que sentarse en una misma mesa para acordar puntos en
común sobre la situación siria con otros actores con los que esta
visiblemente enfrentada."
En
el mismo sentido, Merino señala que "el bloque
globalista-anglosajón ha visto debilitada su estrategia para medio
oriente con el ascenso de Donald Trump a la presidencia de los
Estados Unidos" y que la puja de intereses "entre los
neoconservadores y globalistas de viejo cuño, marcarán el ritmo de
las definiciones de acuerdo hacía donde se incline la balanza en
temas clave como coordinación posible con Rusia y política hacía
Irán.”
¿SEÑALES
DE QUÉ?
Más
allá de las expectativas abiertas en las negociaciones de Astaná y
el intento de ONU y Estados Unidos por amparar diálogos en Ginebra,
la duda respecto de la continuidad del conflicto o su definitiva
clausura divide la opinión de los especialistas.
Gabriel
Merino, considera que "la guerra en Siria continuará, al menos
hasta que se recuperen las ciudades de Palmira y al Raqqa, todavía
en manos del terrorismo islámico." Y señala que "no hay
que dejar de prestar atención al norte de Siria, donde Kurdos, no
alineados pero si en acuerdo con Estados Unidos, tienen una posición
independiente respecto de Bashar al-Ásad y Turquía".
En
otro sentido, Carlos Pereyra Mele sostiene que "la guerra está
definida, sobre todo por el efecto Alepo” y que lo que “la nueva
administración de Estados Unidos debe definir, es como sale de la
situación, sin pagar consecuencias que sean demasiado costosas en
términos políticos". Apuntala Pereyra Mele en esa línea, que
“las tensiones entre el CIA y el Pentágono (uno generando caos
ordenado y el otro mandando tropas para detener los conflictos) será
gravitante en la prosecución de los acuerdos de paz.”
Menos
optimista se muestra la historiadora Alcira Trincheri, para quien "la
nueva administración norteamericana, al estilo clásico de los
gobiernos republicanos, fortalecerá la intervención militar en el
conflicto” y en esa línea debe entenderse el anuncio realizado por
el Departamento de Estado “de eventual envío de tropas regulares a
territorio sirio."
En
definitiva, volviendo al Clausewitz que entendía "la guerra
como la continuidad de la política pero por medios más violentos"
el retorno de la política al convulsionado campo sirio, no parece
corresponderse con el final de los enfrentamientos.
Ahora
bien, ¿es lo mismo terminar la guerra que alcanzar la paz? Solo el
tiempo podrá ilustrarlo.
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