viernes, 16 de septiembre de 2011

DISCUSIÓN PARA LA FORMACIÓN DE CUADROS EN EL PARTIDO





El partido hace tiempo que tiene pendiente una de las tareas más importantes que se requieren para la construcción de poder popular en aras de la conquista del poder político: la formación de cuadros militantes para la organización.


Si bien en este sentido hay precedentes valiosos como los talleres de “Interpretación de la realidad social” de la localidad de Neuquén o las “Jornadas de Economía Social” que se realizaron en Chos Malal, entre otras, el Movimiento carece de una conducción estratégica en cuanto a la formación de cuadros y dirección política e ideológica que esta debe tener, lo que hace que las experiencias se manifiesten de forma aislada y con sectoriales interpretaciones de los contenidos y objetivos, lo que pudiendo beneficiar la heterogeneidad de la militancia, perjudica la consolidación del discurso y la base de nivelación de nuestra estructura.

En cuanto a la conducción actual vigente hasta noviembre de 2011, los méritos no han sido del todo loables en materia de formación de cuadros. El anterior Secretario de Capacitación, hoy en andares distintos de los nuestros, no cumplió con las tareas que a su rol le cabían y muchas de las discusiones coyunturales que hacia adentro del partido se tuvieron, sobre todo por acción del gobierno nacional, y que podrían haber desencadenado un punto de partida para definiciones políticas estructuras (y no solo de sus conductores) no fue para nada aprovechada. 

Quien desempeñaba el cargo en esos momentos, sabrá cuales fueron las razones que lo contuvieron de actuar. Hoy el panorama es distinto. Tenemos un Secretario de Capacitación que no solo es de los históricos dirigentes de nuestro partido, sino que es una persona que tiene, en su haber, pergaminos que nos inducen a creer que es quien mejor puede desempeñarse en el puesto, no solo en lo que resta de mandato para la conducción actual, sino también a posteriori. No obstante, las construcciones son colectivas, y una sola persona no puede garantizar, en ningún aspecto, tareas que son de necesidad y orden general.
En vistas de esto es que se hace necesario plantear, y en algunos casos replantear, cuál es la posibilidad real de actuar en la cuestión de formación política de cuadros, de acuerdo al estado del partido, sus recursos (humanos y económicos) y el año particular que nos tocará vivir, que nos conducirá inexorablemente a priorizar (con justa razón) la contienda electoral de la provincia y la nación.

CONSIDERACIONES GENERALES

Qué es un cuadro político. Definición.

Cuadro Político es aquel militante que ha alcanzado cierto desarrollo intelectual en diversos temas vinculados a la política como eje rector, economía, historia, sociología, filosofía, etc. Que los aplica críticamente en su vida práctica de acuerdo a las circunstancias que le tocan vivir y que a su vez, formula y reformula lo entendido de acuerdo a las experiencias de las que se nutre. No es un individuo aislado, es decir, no puede ser sin el otro, ni sin la organización que lo contiene, lo representa y le da directivas de acción. No obstante, es un librepensador, heterodoxo, respetuoso de las posturas ajenas pero firmemente convencido de sus principios y valores.
Asimismo, es un espécimen moral a la altura de las circunstancias, ya que todo su capital político está puesto al servicio de la transformación y esta, como tal, demanda la participación del pueblo que él alentará con su pensamiento, acción y ejemplo. Es un sujeto crítico constructivo y reflexivo de las experiencias populares.
Su condición de militante, lo predispone al trabajo, y su capacidad de acción, lo sitúa en el lugar de organizador, de impulsor de avances, sea en el seno del partido, como en el seno del pueblo. No está demás aclarar que si bien es condición necesaria para el cuadro político ser militante (ya que somos lo que estamos siendo mientras actuamos en relación a los demás y hacia nosotros mismos), no todo militante es un cuadro político.

Transformación del militante. Camino hacia el cuadro.

Como se decía anteriormente, no todo militante es cuadro pero si todo cuadro es militante. Teniendo la condición de cuadro, es fácil mantener en el tiempo la organización, los problemas aparecen cuando la organización solo cuenta con militantes. ¿Qué hacer en esas situaciones? Es la primera pregunta que puede aparecer. En esto, cumple un rol protagónico el partido y la conducción del mismo. Ya que estos como Vanguardia de la militancia, son los que deben allanar el camino en vistas de que puede producirse la transformación.
Va de suyo, que la conducción del partido debe estar integrada mayoritariamente por cuadros, siendo los militantes minoría, ya que de lo contrario, no habrá avance posible.
Siendo la conducción vanguardia de la militancia (despojemos al término de adjetivos como “iluminada” y entendámoslo en su real acepción: parte del ejercito que está delante de la guardia) es su deber crear condiciones para que las bases militantes puedan dar el salto cualitativo que les permita convertirse en cuadros. Las conducciones que no propician este tipo de políticas son propensas a caer en el personalismo, la burocratización y el enquistamiento en los espacios de poder.
Para evitar languidecer en la mediocridad, toda organización que se precie como tal debe volcar, en la medida de sus posibilidades, recursos que permitan que los responsables de las tareas de formación, lleven adelante la concientización de los militantes. Para lo cual, no solo se precisan recursos económicos, sino también de carácter conceptual, el militante para convertirse en cuadro, precisa de guía que descubra el velo del camino que irá haciendo en su andar laboral-reflexivo.

Programa de acción. Rol de la conducción. 

Si una guía clara no quita el velo para la autoformación del militante, este corre riesgo de caer en el dogmatismo, en las falacias ideológicas o en la desilusión. El rol claro y consciente de la conducción es el que garantizará que ningún militante sea llevado a la inmoralidad, el vacio y la oscuridad.
Es necesario, entonces, que la conducción tenga claros parámetros de pensamiento. No es bueno ofrecer algo cerrado, indiscutible-indiscutido, ya que atenta contra la integridad moral de los militantes, pero tampoco es bueno que, por querer ser heterogéneos, se ofrezca un manual al estilo escolar primario, donde todo sea igual a todo y nada tenga particularidad en lo más mínimo.
Para esto, en una instancia previa, la conducción debe definir que es lo que quiere como tal, con el partido y como en base a los objetivos estratégicos que se plantean se ofrece un programa de formación que permita la descentralización hegemónica de los contenidos para que sean aplicados, discutidos e incorporados en todos los planos de construcción que el partido tenga.
Sin ánimo de querer ir más rápido que lo que el sulqui da, es bueno dejar como consideración general la de armar un programa que permita atacar los distintos estados de consciencia que hay en nuestra estructura. Uno para los simpatizantes que gustan de lo que somos y quieren saber que es lo que proponemos. Otro para los militantes que quieren convertirse en cuadros políticos y otros para los cuadros políticos que quieren consolidar su formación. Claro que esto no es tarea exclusiva del Secretario de Capacitación, sino del equipo que este pueda llegar a formar, para materializar el objetivo.

Descentralización hegemónica. Que entendemos por esto.

La descentralización hegemónica es la metodología de trabajo que debe seguir la conducción del partido para manejarse al menos en lo que a formación se refiere.
Esta consiste en discutir hacia adentro de la conducción cuales son los ejes de desarrollo macropolíticos por medio de los cuales se regirá el partido durante el tiempo que marque como propicio para hacerlo. Estos aspectos generales y en “abstracto” son los que las bases del partido y las distintas conducciones que están por debajo de la provincial  deben “concretar” en sus lugares de trabajo de acuerdo a las circunstancias materiales y el desarrollo de las fuerzas sociales que allí exista.
Será esta metodología una especie de planificación estratégica de cara a consolidar los aspectos que el partido considere necesario en vistas de cumplir con el objetivo de construir poder popular para la toma del poder político en la provincia. El diseño estratégico estará en manos de la conducción provincial, hegemónicamente, por eso su nombre, mientras que los demás órganos deberán materializar en concreto los trazados.

Consideraciones finales.

Como bien puede verse, desde esta perspectiva la formación de cuadros está completamente vinculada con el proyecto político del partido. No hay posibilidad de concretar proyecto político sino a través de cuadros que puedan construirlo, difundirlo y defenderlo, por esto es necesario que se considere el tema con seriedad, si es que verdaderamente queremos tener posibilidades de materializar algo.
La discusión se vuelve sobre todo importante en este contexto en el cuál estamos obligados a posicionar el partido en alguna de las veredas que pretenden oponerse “políticamente” al Movimiento Popular Neuquino en las elecciones de este año.
Hacia dentro de nosotros vemos posturas encontradas, unos pretenden acompañar a FARIZANO, otros al candidato o candidata del PJ. A nivel nacional tenemos desde el 2003 definido un acompañamiento, primero critico, luego completo, al gobierno nacional de Néstor-Cristina.
No obstante, huelga discutir si estos acompañamientos a distintos actores de la política tradicional serán eternos o se rediscutirán en vistas de capitanear nuestro propio barco. Un análisis real de nuestras posibilidades de partido marca que en lo inmediato el desarrollo de nuestras propias fuerzas no nos brinda el margen suficiente como para gravitar con peso en el escenario de la provincia. Aunque, como todo, solo es situación de momento.
Discutir hacia donde queremos ir, con quienes y de que forma lo vamos a hacer, cuestión que parece quedar muy por encima de cómo definimos una plataforma meramente electoral, la funcionalidad (o no) que nosotros mismos nos damos a través de nuestra carta orgánica y como formamos cuadros políticos, son algunos de los interrogantes que tenemos que plantear si es que queremos sobrevivir a la nacionalización de la política y de las estructuras organizativas.
En cuanto a los cuadros, es bueno recordar lo que de ellos decía Ernesto Guevara, nunca tan oportuno para la cita: 

“El cuadro es la pieza maestra del motor ideológico que es el Partido Unido de la Revolución. Es lo que pudiéramos llamar un tornillo dinámico de este motor; tornillo en cuanto a pieza funcional que asegura su correcto funcionamiento, dinámico en cuanto a que no es un simple trasmisor hacia arriba o hacia abajo de lemas o demandas, sino un creador que ayudará al desarrollo de las masas y a la información de los dirigentes, sirviendo de punto de contacto con aquéllas. Tiene una importante misión de vigilancia para que no se liquide el gran espíritu de la Revolución, para que ésta no duerma, no disminuya su ritmo. Es un lugar sensible; transmite lo que viene de la masa y le infunde lo que orienta el Partido.”

El cuadro, columna vertebral de la revolución
(Ernesto Che Guevara, 1962)

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